Y bajo el negro cielo iluminado con la luna y sus discípulas, las estrellas, ella rompe el silencio sacando fuerzas de dónde no sabe para decirle:
Te quiero como quieres, me quieres como puedes,
No quiero seguir queriendo así.
Él, que antes había siempre negado que las cosas fueran así, nunca había aceptado tan sólo una duda de ella, le dió la razón y compartió su idea.
Ella quedó asombrada, lo había planteado con la intención de que él, una vez más, lo desmienta; pero había salido al reves.
De repente, todas las promesas se caían y tantas charlas, tantos besos, tantas tardes a escondidas, tantas noches plagadas de abrazos...
Una vez más, lo dejo pasar.
Una vez más, le quita importancia a ella.
Una vez más, no quiere perderlo.
Te quiero como quieres, me quieres como puedes,
No quiero seguir queriendo así.
Él, que antes había siempre negado que las cosas fueran así, nunca había aceptado tan sólo una duda de ella, le dió la razón y compartió su idea.
Ella quedó asombrada, lo había planteado con la intención de que él, una vez más, lo desmienta; pero había salido al reves.
De repente, todas las promesas se caían y tantas charlas, tantos besos, tantas tardes a escondidas, tantas noches plagadas de abrazos...
Una vez más, lo dejo pasar.
Una vez más, le quita importancia a ella.
Una vez más, no quiere perderlo.
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